GE Castro-SanMiguel. Departamento de Lengua Y Literatura Española (2º ciclo de ESO y Bachillerato)


jueves, 14 de marzo de 2019

TEATRO DE LOS HERMANOS ÁLVAREZ QUINTERO


CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIOCULTURAL
El teatro de esta época era bastante variado, al igual que las circunstancias que azotaban la situación del momento: por un lado, los señores que acudían por diversión y distracción, y, por supuesto, nada preocupados por cambiar la situación; por otro lado, el pueblo, que buscaba una vía de evasión en las tablas que le alejara de sus problemas, pues rehusaba de que le mostraran su puntiaguda realidad. No obstante, encontramos un núcleo aislado en una emergente ciudad de Andalucía que será testigo de una nueva mirada teatral alejada y ajena de los problemas sociales: Écija o «la sartén de la Bética», población de Sevilla, llena de todos esos componentes que califican a la Andalucía más castiza.

Tomamos igualmente como paradigma Écija por ser cercana a la patria chica de los hermanos Álvarez Quintero y escenario de sus primeras obras, aunque podría tratarse de cualquier ciudad española de la segunda mitad del siglo XIX. La sociedad astigitana, del mismo modo que todo el estado español, vive un agitado y caótico ambiente social y político: reyes sin coronas, repúblicas anárquicas, movimientos obreros no menos ansiosos de cambios que confundidos en sus teorías, una sempiterna dicotomía entre liberales y conservadores que jugaban en un toma y daca con los gobiernos… Serán los grupos sociales altos, formados en su mayoría por los profesionales liberales y burgueses adinerados, los que tendrán un mejor acceso a la cultura, tanto para su instrucción como para su deleite, muy al contrario del pueblo, que vivía subsumido en un alto índice de analfabetismo. Ahora bien, no solo era el jornalero o pequeño campesino aquel que desconocía el código de las letras, también aquellos grandes señoritos y caciques, más preocupados por la acumulación de bienes y caudales que por intentar realizar leves, aunque urgentes, reformas que, tal vez, pudieran haber sido incluso beneficiosas para ellos y hacer más digna la vida del siempre olvidado pueblo.

El teatro realista del momento oscilaba como un péndulo entre las posturas más conservadoras y laxas a las más progresistas y ácidas. Los mismos hermanos Álvarez Quintero asistían a escenas de carácter grotesco y disparatado, truculento y efectista, de pincelada gruesa, dramático y de exageración violenta. 

EL ENTREMÉS
Como reacción a esto, se despertó apresuradamente un especial interés por el costumbrismo a través de la zarzuela, el sainete y el teatro llamado por horas. Es verdad que esta renovación dramática convivía en sus comienzos con las últimas voces del teatro romántico que desde lejos ya hacía oír su canto de cisne. Hablamos del relevante «género chico», aquel teatro en el que predomina lo popular, las costumbres genuinas, así como una renovación del registro lingüístico, que lo hacía vivo y fresco. Estas piezas breves se caracterizan por su ambientación contemporánea y, gracias a ello, descubrimos desde otra perspectiva cómo todavía la gente más sencilla sigue estando cansada de los políticos que, en vez de gobernar, desgobiernan, y no le ofrecen soluciones a sus problemas sociales; por consecuencia, a pesar de encerrar tímidas críticas hacia los gobernantes, también subyace una resignación, asumida por todos los trabajadores, que les hace ser dóciles, ya que entienden que no les es posible alterar su destino. Serán los hermanos Álvarez Quintero quienes doten al género chico de un nuevo soplo, llegando a su máximo esplendor en la escena de este periodo tan particular. 

De todos los géneros teatrales que se atrevieron a abordar hay que destacar su peculiar maña a la hora de presentar los entremeses, esas piezas teatrales cómicas que se caracterizan por su condensación dramática, comicidad directa y lenguaje realista. Entre ellos, destaca El ojito derecho presenta en el castizo barrio sevillano de San Bernardo al gitano embaucador, al comprador ingenuo, un corredor implacable con sus tejemanejes, y fue el primer éxito que les consagró con una fama inmortal; Amores y amoríos se desarrolla en una finca andaluza y en Madrid, y presenta la historia de amor entre Juan María, poeta y mujeriego, e Isabel, joven y bella dama, tiene un final feliz; o el drama Malvaloca, que se convierte en la pieza más representada dentro y fuera de España y una de las más elogiadas por la crítica, con un profundo análisis de su protagonista, Malvaloca, símbolo de belleza y mujer andaluza.

LA COMEDIA BURGUESA
Sería en los primeros lustros del pasado siglo cuando los Quintero encontrarían una producción importante dentro de su obra. A partir de la década de los veinte, surge un público pequeño burgués que pretende controlar el teatro y hacer algunos intentos tímidos de reformas, lo cual no impide que los autores del momento sigan cultivando lo que venían haciendo hasta entonces. Esta nueva orientación en los Álvarez Quintero consistió en dejar en un segundo plano los entremeses y sainetes y reafirmarse en una comedia burguesa, sencilla y simple en sus argumentos y peripecias, en busca de diálogos que toquen la gracia, con un fondo de una relación amorosa sin tintes pasionales y siempre con un final feliz.

SU RENOVACIÓN
Los Quintero habían acostumbrado a su público burgués a un teatro en el que no tenían cabida alguna los conflictos incómodos, la perturbación de los ánimos tranquilos, y donde el final feliz era la gota que colmaba el vaso cómico. Todo se reduce a un ámbito familiar lleno de afectos, amoríos y rondadas a muchachas, la exaltación del matrimonio y la defensa de la alegría. Todo va y viene de la tristeza a la alegría, entre la severidad intolerante y la permisividad comprensiva. Pero nada se hace metafísico ni abstracto, se trata de lo más apegado a la vida.

Su renovación dentro del género chico radicó, por tanto, en esa mezcla de clasicismo y moderación, inventando un nuevo tipo de humor, fuera del chiste fácil o el retruécano, que únicamente deleitaba el tiempo que duraba la carcajada. Con un trabajo finísimo de pulidores el costumbrismo y la comicidad, se fundirán a sí mismos con el sentimentalismo y lo melodramático.

EL COSTUMBRISMO Y EL HUMOR
Casi la totalidad de la trayectoria teatral de los hermanos Álvarez Quintero se suele asociar con el costumbrismo y el humor, características determinantes en sus obras, cuya autoría le será fácilmente reconocible para el espectador. En realidad, fueron muchos los altibajos a los que se tuvieron que enfrentar los hermanos hasta conseguir su hueco en el panorama teatral. Pero persistirá el elemento esencial: la gracia.

 No se debe dejar pasar el ambiente musical de este período, donde las tabernas desprendían su olor a néctar báquico y a humo de delicias habaneras, donde el flamenco era escuchado por marqueses lo mismo que jornaleros rezagados en el calor del arte popular y en la mirada de una bailaora con encanto y embrujo, donde la mejor manera de decir las cosas era cantando. Muchas de sus piezas andaluzas se convierten más tarde en un pretexto para el cante y el baile. En la propia escena teatral aparecen coplas y letrillas que amenizan la acción y la hace más notoria, con más énfasis recreativo, incluso suele cerrar cada obra o acto de la misma a modo de «moraleja» dirigida al público:

 
«Grande pena es la de un siego

que no ve por donde va,

pero mayor es la mía,

que no sé tu voluntá.»

(De Sangre gorda)

LENGUAJE Y DIÁLOGO
El lenguaje era un factor importante, casi siempre demandado por el público gustoso de escuchar el fiel reflejo de los parlantes cotidianos. Se caracteriza por su soltura, agilidad y poder comunicativo, con un estilo capaz de captar el casticismo y a la vez provocar la sonrisa. 

Las hablas andaluzas se habían utilizado anteriormente en entremeses y en sainetes, pero ahora los autores son conscientes de su funcionalidad y de sus peligros, avisando a los intérpretes, diciéndoles que todos los personajes hablan con acento andaluz, pero llanamente, sin llegar a explotar la exageración que hace del acento ridículo y forzado.

UNA ANDALUCÍA IDEALIZADA
La mayoría de las obras del teatro de los Quintero tienen a Andalucía como espacio y tema: su tierra, costumbres y los tipos andaluces. En sus obras ya aparece esa cara de Andalucía que se convertirá en el prototipo que dará la vuelta al mundo, presentando una tierra arcádica llena de colorido, alegría y fiestas, una visión amable, idealizada y tópica de Andalucía, pese a que estuviese muy lejos de la realidad.

Muchos fueron los críticos que les acusaban de plasmar en la escena una Andalucía falsa y dulzona, representada en obras con un débil argumento y revestida con diálogos chispeantes y alborozados, pleno de equívocos, modismos andaluces y sano humor. Una fórmula que encajaba exactamente con lo que el público deseaba ver. En cierta forma, un teatro hecho bajo demanda; un teatro optimista y de evasión, sin pretensiones de ser innovador y, cuanto menos, rupturista.



ARGUMENTO LA MALVALOCA

Malvaloca. Una copla originaria de Málaga es la que ejerció, en este caso, como inspiración de los hermanos Álvarez Quintero a la hora de crear esta obra teatral que se puso en escena por primera vez en el año 1912.

Una bella joven llamada Rosita, a la que todo el mundo conoce como Malvaloca, es la absoluta protagonista de esta historia. Sus continuos amoríos con multitud de hombres son los que hacen que precisamente no sea bien vista en una sociedad puritana y cargada de prejuicios.

Pero quizás la muchacha pueda “sentar la cabeza” y es que aparece en su vida Leonardo, un hombre del que se enamorará perdidamente. Sin embargo, ese amor que surge entre ambos se topará con muchos obstáculos en el camino ya que muchos serán los recelos y comentarios que surgirán entre las personas que rodean a ambos personajes.

En el siguiente enlace podemos leer la siguiente obra: