Jardiel querrá desterrar de nuestros escenarios el que consideraba “teatro asqueroso”. Pretendió, como Federico García Lorca, aunque desde otra perspectiva, cambiar de raíz nuestra escena.
Jardiel conocía el teatro viejo que despreciaba porque lo había hecho, y su determinación era la de apartarse de él. Pero no por ello dejó de pensar que el teatro hay que hacerlo para el público
Tras el éxito de "Una noche de primavera sin sueño", el camino estaba trazado. Jardiel tenía crédito. Y, ahora ¿qué escribir? El autor sabe lo que hay que hacer para tener éxito: “Todo consiste en hacer una comedia verosímil, rabiosamente verosímil, en la que hasta el menor incidente esté sujeto a lo que la gente llama lógica, y en la que se digan cosas cuyo comentario pueda ser: “¡Qué verdad es eso!” Pero él no quiere un teatro verosímil, lo que quiere es un teatro inverosímil. Jardiel viene a equiparar el teatro verosímil con el que llamará “teatro asqueroso”. Pero antes de llegar a su teatro inverosímil tendrá que hacer algunos sacrificios
Jardiel logró imponer su signo. Es aquella inverosimilitud, enfrentada a la verosimilitud. Una inverosimilitud que Jardiel calificaría como fantástica.
Da entrada a la imaginación, lo fantástico o lo absurdo (precedente del teatro del absurdo):
- Comedias de humor inverosímil
- Personajes en constante movimiento, lo que induce a la risa.
- Representan una sociedad feliz cuyos objetivos son el amor y el dinero.
- Entremezcla en ellas el humor verbal (chistes, retruécanos...) y el de situación (hechos ilógicos, disparatados).
La originalidad de Jardiel se caracteriza por:
- El encadenamiento de situaciones inverosímiles.
- La dosificación rigurosa de la comicidad en el lenguaje.
- El humorismo de raíz intelectual.
Su originalidad no reside tanto en la selección de
los temas como en la creación de situaciones grotescas, ridículas o
inverosímiles. Esto la consigue por medio de ironías, diálogos vivaces,
equívocos, sorpresas o mezclando la sublime y la vulgar. Pero bajo el
truco, el disparate o la situación más absurda, esconde una dura y
amarga crítica a la sociedad.
Obras suyas de este período son: Eloísa está debajo de un almendro(1940), Los ladrones somos gente honrada (1941), Los habitantes de la casa deshabitada (1942.