GE Castro-SanMiguel. Departamento de Lengua Y Literatura Española (2º ciclo de ESO y Bachillerato)


jueves, 21 de mayo de 2015

GARCILASO DE LA VEGA. LAS ÉGLOGAS

Garcilaso de la Vega nació en Toledo en 1501 y era de familia noble.  Tomó parte en varias expediciones militares, fue herido por los turcos en Túnez en 1534.  En Provenza se lanzó sin casco ni coraza al frente de sus soldados, fue herido en la cabeza por una piedra del enemigo y, subsiguientemente, murió pocos días después en Niza, Francia, en octubre de 1536, a los 35 años de edad.
     Garcilaso se casó en 1525 con doña Elena de Zúñiga, matrimonio que no le trajo la felicidad.  Un año después conoció a doña Isabel Freyre, dama portuguesa de la emperatriz Isabel de Avis (Casa de Portugal) de quien se enamoró perdidamente y que había de tener gran influencia en su obra poética.  Es la Elisa de sus versos.

     Garcilaso de la Vega es, en lo humano, la más perfecta encarnación del ideal del cortesano renacentista, tal como lo había definido Castiglione. Fue la cabal fusión del hombre de armas y de letras.
     A pesar de su enorme importancia, la obra poética de Garcilaso es de reducida extensión.  Consta de 3 églogas, 2 elegías, 1 epístola, 5 canciones, 38 sonetos y unas pocas composiciones breves a la manera tradicional.  Escribió también 3 odas en latín. Las tres églogas representan lo más perfecto de la poesía de Garcilaso.
     La égloga primera, sin embargo, fue escrita en segundo lugar.  Aquí intervienen dos pastores: Salicio, quien lamenta los desdenes de Galatea; y Nemoroso, quien llora la muerte de Elisa.  El poeta se desdobla en dos personajes: en el primero, encarna el despecho del enamorado que asedia a su amada infructuosamente; en el segundo, se resume la honda ternura producida por su pérdida ya definitiva.
     La égloga segunda consta de dos partes: en la primera, el pastor Albanio refiere sus amores por Camila; y en la segunda, Nemoroso hace una apología, bajo forma alegórica, de la Casa de Alba
     La égloga tercera fue posiblemente la última composición escrita del poeta.  Describe un paisaje del Tajo, bellamente idealizado, al que acuden diversas ninfas que tejen en ricas telas algunas escenas mitológicas.  La égloga termina con un diálogo de los pastores Tirreno y Alcino, que cantan la belleza de Flerida y de Filis, a las que aman respectivamente. 
     Los sonetos se desenvuelven por lo común en torno al tema del amor